Los que le conocieron saben que el nombre de Borja Cañedo queda unido a la historia del Pádel más allá de las fronteras madrileñas. Lo fue casi todo: jugador, árbitro y técnico federativo y todo lo desempeñó con una sonrisa. También hacía de reportero, buscar una foto suya ha supuesto sumergirse en las infinitas notas que enviaba a las revistas con todos los resultados de las competiciones madrileñas.
Sabía lidiar como nadie con los horarios y los jugadores, tarea más que difícil, y lo hacía con gran profesionalidad en una época en la que un simple botón no generaba los cuadros de la competición. Esos interminables cuadros que llevaba de un lado a otro como un verdadero ordenador en moto. Los programas informáticos lo hicieron todo más mecánico con el tiempo pero él lo convertía en humano, siempre a pie de pista.
Nos unimos al duelo de su familia y seres queridos. Hoy el pádel madrileño y pádel nacional lo recuerdan con respeto, admiración y mucha estima.